Relatos desde Catar: la historia de una boricua en el Mundial 2022

En esta ocasión, la lucha por la Copa se libraría en Catar. Farah Paret viajó hasta el Medio Oriente para cubrir por primera vez la euforia del fútbol en un país árabe.

La periodista Telemundo 31 cuenta como vivió la cobertura de la Copa Mundial de la FIFA 2022.

Por los pasados 20 años, he cubierto toda la alegría y gloria que envuelve el trabajo periodístico deportivo. Desde victorias históricas como el del tenista Roger Federer cuando ganó el US Open 2008 hasta batallas sobre la cancha y terrenos de los partidos en ligas como la MLB, NBA y el Super Bowl de la NFL.

Pero nunca imaginé que a mis 40 años llegaría la oportunidad de cubrir el evento deportivo más grande del mundo: la Copa Mundial de la FIFA 2022. Era algo increíble.

En esta ocasión, la lucha por la Copa se libraría en Catar, lo que significaría estar lejos de mi familia, mi esposo y mis dos hijos, por un periodo de 26 días. Y sí, los extrañé, pero sabía cómo debía vivir la oportunidad.

Con mucha pasión y entrega recordaba solo una cosa: a una puertorriqueña de Vega Baja y nacida en Nueva York también le llegan estas oportunidades.

A veces pienso que estaba destinado; Farah es un nombre árabe que significa felicidad.

El llanto de Neymar, la esperanza en Messi y las cervezas en Catar: el sabor del Mundial             

Como cada cuatro años, el mundo se paraliza por el Mundial, pero esta vez era distinto. Este Mundial era de los árabes, de los musulmanes y del Medio Oriente.

Y, no ajeno a las controversias como suele ocurrir, llegó el primer bombazo: la FIFA confirmó que no se vendería alcohol en los alrededores de los estadios, lo que provocó el retumbante estallido de “Queremos cerveza”.

Como consecuencia de todo lo que estaba ocurriendo, sabía que este evento iba a ser distinto, pero también significó palpar la trascendencia que logra el deporte.  

Caminar por las calles de Catar era sentir la fiebre de este Mundial entre las multitudes de hinchas y ver anuncios en cada esquina de Lionel Messi y Neymar, dos de las principales superestrellas de esta Copa.

Por otro lado, también viví la victoria de Ecuador sobre Catar. Sufrí el llanto sobre el terreno de juego de Neymar y me cobijó el consuelo que los miembros de la selección de Brasil le dieron al perder contra Croacia.

TLMD-CATAR-ORLANDO

Pero mi travesía en este Mundial comenzó con el partido inaugural entre la selección de Ecuador y Catar, quienes salieron al terreno de una Copa Mundial por primera vez en la historia futbolística del país árabe.

Desde que rodó el primer balón, la euforia no se detuvo. Ciertamente, me tocó escuchar la clásica pregunta: “¿Dónde está Messi?”, pero esta vez como retórica de los fanáticos de Arabia Saudita hacia los que vestían la albiceleste.

En contraste con los inchas argentinos, la gente de Marruecos buscaba salir en cámara, se lanzaban a la lente y me quitaban el micrófono. La alegría de haber llegado tan lejos era real.

Me hace sonreír ver a los grandes fanáticos quedarse en el estadio para aplaudir a los jugadores. ¿No es eso lo que significa el Mundial? Un popurrí de emociones que arranca lágrimas de alegrías, esperanza y tristeza.

Locales, turistas y arquitectura: la otra manera de conocer a Catar

Catar fue el escenario de la primera Copa Mundial de la FIFA en un país árabe, donde no había llegado el torneo más grande de fútbol.

En cada rincón del país, se veía la foto del emir y, para mi sorpresa, las restricciones de mi visita no fueron tan estricta como había escuchado.

De hecho, las advertencias sobre el código de vestimenta para hombres y mujeres no aplican del todo para los turistas, si no para los locales.

Los hombres no pueden utilizar pantalones muy cortos o camisas con los hombros al descubierto. Para las mujeres es aún más exigente. No pueden usar escotes pronunciados, vestidos cortos ni ropa muy ajustada al cuerpo.

Si entras a una mezquita, museo u oficina es obligatorio utilizar el shayla, un velo que cubre la cabeza. Durante una visita que hice, me vistieron con un traje negro y el shayla.

Por lo demás, podía vestir con los pantalones y blusas que acostumbramos en occidente. Nunca me sentí amenazada de incumplir con las normas del país. De hecho, me causó curiosidad ver a mujeres en los estadios con vestimentas muy ajustadas. Siempre tendré la duda si fueron más flexibles por el mundial o si querían evitar incomodar a las visitantes.

Otro de los aspectos interesantes durante mi visita fue la arquitectura: es muy lujoso, moderno, nuevo y extravagante. Claro está que el principal motor económico es la producción del petróleo y gas natural.

Hay dinero, por consiguiente, este Mundial es el más costoso en la historia con más de $200,000 millones, de acuerdo con Statista.

Invirtieron en ocho estadios, seis de ellos nuevos y dos renovados. En todos, era posible sentir aire hasta debajo de los asientos y sus diseños eran ultramodernos. La grandeza de sus estadios es una metáfora de la riqueza del país.

Pero sin duda alguna, una de las joyas de ingeniería es la planificación urbana en Doha. Es casi impensable creer que se puede lograr asistir a tres partidos en un mismo día, lo que nunca se había dado en un mundial.

Escribiendo esto se me aguan los ojos porque jamás abría pensado en un lugar así, donde mi hotel quedara ubicado en una isla artificial.

Caminar por las calles en The Pearl-Qatar me dejaban incrédula, no podía imaginar cómo pudieron crear tanta elegancia, edificios, restaurantes, hoteles, plazas en una isla que fue inventada.

El Islam, religión y un estilo de vida

En medio del furor del Mundial en Catar no puedes dejar de hablar, sentir, ver en todos los rincones religión, que es también un estilo de vida bajo la ley islámica.

No soy experta, pero aprendí datos interesantes de la religión islam.

En las comunidades hay torres altas con bocinas para que todos puedan ser partícipes de los rezos. En medio de celebraciones del mundial, cuando caminaba por el centro de Doha, se escuchaba la música proveniente de las bocinas. Sin embargo, todo se detenía cuando iniciaban las oraciones.

Tuve la oportunidad de visitar dos mezquitas y hablar con una persona creyente del islam. Al visitar la mezquita nacional Abd Al-Wahhab en Doha (la más famosa del país) me pareció una edificación grande y hermosa. Las mezquitas solo son edificios con alfombras sin retratos, sin monumentos, sin asientos y sin grandes atractivos.

Me trataron con mucha amabilidad y me llamó la atención lo abierto que fueron para recibir a los turistas. Los locales tienen grandes intereses en atraer seguidores y estaban preparados para recibir con brazos abiertos a los aficionados del Mundial. A mi llegada me regalaron café árabe y un dátil, que es una fruta deshidratada. Además, me regalaron una mochila con libros sobre su religión. Entre la literatura me obsequiaron las sagradas escrituras del islam llamado el Corán.

Como parte de los rituales del Islam, que incluyen cinco rezos al día, los estadios tenían habilitados cuartos de oración. De esta forma, los fanáticos creyentes de dicha religión podrían acudir a estos espacios durante los partidos.

Incluso en una de mis coberturas me tocó esperar un rato por la llegada del chofer ya que estaba orando y hasta que no terminara, no podía pasar por nosotros.

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