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“El Mijis”, de ex pandillero a legislador local en México

La elección de Pedro César Carrizales Becerra ha recibido críticas de todo tipo en redes sociales.

Pedro Carrizales

CIUDAD DE MÉXICO - Un ave fénix tatuada en el pecho da cuenta de la agitada y peligrosa vida de Pedro César Carrizales Becerra, a quien apodan "El Mijis", un "chavo banda" (pandillero) en su juventud y que ahora, a los 39 años, será diputado en el Congreso del estado de San Luis Potosí, centro de México.

"El Mijis", una variante de la contracción "mi'jo" (mi hijo), expresión con la que se saludan miles jóvenes mexicanos -"¿Qué pasó, mi'jo?"-, vivió un sinfín de carencias desde niño que lo llevaron a pertenecer a pandillas y vivir una juventud agitada.

Fue durante esa etapa cuando estuvo a punto de morir, tanto por peleas callejeras como por intentos de suicidio.

"Fui herido en un riña callejera entre pandillas. Me 'picaron' (hirieron) el hígado y el pulmón; mi operación fue de 19 horas y estaba casi muerto", cuenta Carrizales a Efe.

Posteriormente participó en más riñas, sin escapar a ataques de armas cortopunzantes y de fuego.

Esa violencia recayó en su hijo, quien también sufrió ataques similares ya que "lo balacearon y lo picaron" por problemas y rivalidades de su padre. "Mi vida fue una guerra constante", explica "El Mijis".

Reconoce que tuvo que "vivir muchas tragedias para entender", pero cuando fue niño no tenía intenciones de ser pandillero. "Yo quería ser actor y ser como Juan Ferrara (famoso actor de telenovelas en las décadas de 1980 y 1990)", refiere.

A diez años de la emboscada en la que murió Jaime Zapata, agente del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, su compañero y ahora exagente de ICE, Víctor Ávila habla con Telemundo 40 sobre el día en que los Zetas abrieron fuego contra ellos en una carretera de San Luis Potosí, México.

"Mi vida giró bruscamente por la separación de mis padres, pero yo quería estudiar y la vida me llevó por otro lado. Como yo hay mucha gente que no tiene oportunidades, ni existen políticas publicas ni nada para ellos", señala.

"Con tanto tiempo libre los jóvenes se van a la calle y hacen de la banda (pandilla) su familia. En tu casa y en la calle haces familia, pero los dos te dan consejos totalmente diferentes", cuenta.

César auxiliaba en algunas ocasiones a su madre, que tenía problemas renales, pero en una ocasión, cuando ella estaba más grave, él decidió pasar el día con la banda en una borrachera. "Al otro día mi mamá falleció y ya no me pude despedir de ella", recuerda.

"Fue un golpe muy duro y ya no quería vivir", relata. Esa pérdida provocó que cayera en drogas y una profunda depresión que lo llevó a varios intentos de suicidio. "Lo intenté cinco ocasiones pero no lo logré, hasta que llegó un cristiano a sacarme de la calle", apunta.

Recibió ayuda y tras un periodo de recuperación fue en busca de una segunda oportunidad; comenzó ayudar a otros jóvenes que padecían los problemas que había vivido y ahí fue cuando comenzó su nueva vida.

En 2002 creó el Movimiento Popular Juvenil, que él dirige en San Luis Potosí, el cual busca "encauzar chicos en situación de calle y reivindicar sus derechos y luchar contra la discriminación", según una ficha informativa en su sitio de Facebook.

El Movimiento, integrado por miembros de 240 pandillas del estado, es también llamado "Un grito de existencia" y tiene como objetivo visibilizar a los jóvenes que padecen discriminación por su vestimenta, sus tatuajes y por las zonas en donde habitan.

Esa labor y el arrastre que tiene César entre los jóvenes provocó que varios partidos políticos se fijaran en él como posible candidato.

A inicios de este año la coalición Juntos Haremos Historia, encabezada por el Movimiento Regeneración Nacional (Morena), le ofreció apoyo. La alianza que lidera el futuro presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, fue la que le aseguró autonomía en sus decisiones.

Su trabajo y el impulso de López Obrador lo llevaron a ganar en las urnas.

Al ver su increíble triunfo en las elecciones del 1 de julio, sus adversarios arremetieron con todo contra César, quien fue blanco de una campaña de denigración.

Carrizales fue criticado, señalado y discriminado mediante fotografías publicadas en redes sociales. En las imágenes, César, quien tiene antecedentes policiales mas no penales por un incidente con arma de fuego en 2011, aparecía con otros "chavos banda".

"Nadie es mejor por cómo viste, ni por cómo habla. Vamos a ir al Congreso (estatal) a trabajar. Hemos tenidos muchas amenazas, pero no me voy a rajar (acobardar)", advirtió.

Explicó que su caso hizo visible el racismo y el clasismo que viven a diario millones de personas en México, y por ello intentará impulsar políticas públicas en su estado, las cuales espera que sean también de impacto nacional.

"No queremos que nos juzguen ni criminalicen, y a los que están detrás de un escritorio les decimos que si tienen estudios, maestrías y doctorados, que trabajen y vean por la gente, como lo hemos hecho y seguiremos haciendo nosotros", apuntó Carrizales, quien cuenta con estudios de bachillerato pero tiene "ganas de ir a la universidad".

A los 12 tatuajes que lleva en todo su cuerpo, incluyendo la imagen de su madre en el lado izquierdo del pecho, de los que se siente orgulloso y que narran parte de su vida, pronto se agregará el decimotercero.

Aunque el futuro integrante del Congreso de su estado todavía no sabe en qué parte de su cuerpo se colocará esa marca, ya sabe qué mensaje formará la tinta debajo de su piel: "Les ganamos".

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